sábado, 9 de julio de 2011

Boquita y el Papa

Hace unas semanas, la Iglesia Católica publicó una investigación que aseguraba que las violaciones de los sacerdotes a niños fue culpa de los sesentas, de las ideas, la revolución y los excesos de la década, más precisamente. ¿Cómo se toma una noticia de este tipo? El humorista estadounidense Bill Maher (Real Time, Religoulous) lo hace gracioso. Es su trabajo. Es gracioso, él y la noticia presentada de esa manera. Pero la risa dura un ratito. Después vuelve el sentido común que nos hace saber que algo anda mal, que algo puede ser gracioso en boca de un tipo divertido y puede al mismo tiempo ser cruel. La imagen de un cura o miembro de la Iglesia aprovechándose de un niñito le quita el chiste al tema. La Iglesia Católica se nos caga de risa con estas “investigaciones”. Bill Maher lo hace más digerible.
Cuando el sentido común cede su lugar a la reflexión, entendemos que la religión puede ser dañina. Nos enseñaron lo contrario, de chicos. Nacimos así, católicosapostólicosromanos. Y es como ser hincha de Boca o de River. Es el mejor equipo del mundo, tenemos las canciones y los rituales, y lo defendemos a muerte, hasta la muerte. Mi equipo que se llama católicoapostólicoromano, su capitán y número diez es el Papa, es el mejor y único en el mundo. Los demás no existen. Los demás son pechosfríos que la tienen adentro. La religión es dañina cuando dice estas cosas. Cuando las mujeres no tienen cabida en los mandos jerárquicos, cuando el Papa (el capitán del mejor equipo del mundo) va a África y les dice a los más castigados por el sida que no hay que usar condones porque sino Jesús se enoja. La religión es dañina cuando se alinea con la peor derecha, cuando le guiña el ojo al terrorismo de Estado, cuando nos hace creer que los homosexuales están enfermos, cuando nos dicen que nuestro equipo es el único y mejor del mundo y los demás no existen o son ridículos. Pero bueno, todo eso ya lo sabemos. Nada nuevo puede decirse; para qué decir de nuevo ciertas cosas, podría ser la pregunta, si los genios de la Iglesia van descubriendo las raíces del mal en terrenos tan sorprendentes como increíbles.
Tal vez la Iglesia maradoniana sea una buena respuesta para quienes buscan por el lado del espíritu.

Links!
http://topics.nytimes.com/top/reference/timestopics/organizations/r/roman_catholic_church_sex_abuse_cases/index.html


Hhttp://es.wikipedia.org/wiki/Iglesia_maradoniana

El primer grito de guerra

Partidoooooo! El alarido duraba pocos segundos y no hacía falta ver lo demás para saber lo que se venía. Una pelota con cascos roídos por el hormigón volaba al cielo y se perdía en el sol blanco de la siesta. Todo era simple. No había camisetas visibles. Por encima, solo el guardapolvos. Todos parecíamos del mismo equipo pero no… íntima y exteriormente no lo éramos. River-Boca. Así se organizaban los equipos. Para siempre, hasta el fin de la escuela primaria. No se podía cambiar de equipo. Jamás. Excepto aquellos “comodines” que decían ser de San Lorenzo o Independiente pero, se sabe, eran los menos. La popularidad de Francéscoli y del Chileno Salas era imbatible.
Partidooo! era ese grito de guerra que guardamos como primeros recuerdos. Cuando no importaba más que ganarle al rival, sin importar dónde o cómo. Dejando de lado que las zapatillas eran nuevas, que los recreos duraban 5 o 10 minutos y que el calor agobiaba. Tomábamos partido.
Por supuesto, el grito se multiplicaba en el barrio, en el club, en la casa de los abuelos… con luz, a oscuras... La alegría por el juego no entendía de cansancio ni de obligaciones.
Partido es hoy también significante de muchos significados en nuestra vida adulta. Partido al medio, partido político, tomar partido.
Lanzar el grito de guerra para tirar la pelota al cielo y empezar a jugar.
“La ambigüedad permite muchas caras
Tomar partido en nada,
 pasar por distracción”  Pedro Aznar